Con las mismas cogimos el coche y nos plantamos en El Fieital , donde nos esperaba la Carrillera ibérica estofada con parmentier de grelos y aceite de vainilla que albergaba muchas expectativas ... y vaya si las cumplió... La tapa consistía en una pequeña bola de carne que se deshacía a poco que presionases con el tenedor. Quiero decir que yo no soy demasiado aficionado a este tipo de carne pero ésta estaba deliciosa, tanto su textura como el sabor del estofado y la salsa de grelos con un ligero toque a vainilla. No me extraña que hayan pasado a la final.
Con buen sabor de boca, intentamos por segunda vez ir a probar el/los bonitos del Bar Reino, en Fernández Latorre y nuevamente se les habían terminado. No lo entiendo, dado que era una hora más que prudente para que aún les quedasen existencias. Empiezo a pensar que a los locales sólo les importa el premio del jurado y obvian que este concurso puede ser una gran forma de darse a conocer y captar nuevos clientes. Como ya decidimos desde el año pasado, local que no tenga la tapa, local donde no consumimos y nos damos la vuelta.
Y ya un poco con espíritu Phileass Fogg obviamos la comodidad de ir al Lizarrán, que estaba a tiro de piedra y nos embarcamos hacia Los Rosales, a la Tetería donde servían el Riaka. Repitiendo mala fortuna, el camarero nos explicó que el cocinero no estaba y que las que había dejado preparadas eran para el día siguiente, donde los jueces la probarían de nuevo en la votación final. Nos hizo hincapié en la gran elaboración de la tapa (una flor de pasta filo rellena de numerosos ingredientes) y su dificultad , lo cual la convertía en un producto con "unidades limitadas".
Tras éste chasco decidimos ir al Portofino a probar los pimientos de Padrón rellenos de queso en tempura (por la redacción pensábamos que el queso iba a estar en tempura) y nos encontramos 3 pimientos rellenos de una crema de queso bastante insípida con un fino rebozado de tempura. La tapa creativa era un chupito con espuma de albariño y un pincho con dos trozos de rape y crujiente de lechuga de mar. Original, pero para mi gusto sin demasiada sustancia.
Mientras pensábamos si dar por finalizado el recorrido , en mala hora decidimos entrar en Adegas Somoza , en la misma calle de la Estrella. La tapa , que era un buey estofado que teóricamente no tenía mucho riesgo , al final lo tuvo . Consistía en unos trozos de buey mal tirados en un platillo, la salsa del estofado tenía por el medio mermelada de frambuesa. Bueno, buey a quien le tocó... porque lo demás era piel o grasa o sabe Dios, todo ello mezclado con unas patatas refritas de un color que superaba el tostado y duras como una piedra. Puro rancho. Peor imposible.
Y así concluyó el día. Como podéis ver , con luces , sombras y unos cuantos kilómetros hechos en coche por la ciudad. Seguiremos informando.
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