Este fin de semana decidimos variar nuestro plan cotidiano, que es salir por la noche a picar o cenar y luego tomar algo. Pues bien, el sábado aprovechando que todos los que normalmente trabajan este día de la semana libraban, dimos la vuelta al plan y nos fuimos a pasar el día por ahí. La zona elegida fue la costa de Ferrol y por accidentes del destino acabamos gracias al consejo de Víctor que conoce bien la zona, en este restaurante situado en plena playa de Valdoviño.
No penseis que es un chiringuito de playa, más bien es un tipo mesón. El principal problema que encontramos es que al no ser temporada alta faltaban bastantes platos de la carta. Por ejemplo en los entrantes no pudimos pedir mejillones, berberechos, salpicón o pulpo, con lo cual pedimos en abundancia navajas ( o longueiróns ) y almejas a la marinera, las cuales estaban realmente buenas, con un tamaño más que interesante. Mientras esperábamos a que llegaran nos obsequiaron con unos pinchos de empanada de bacalao, muy jugosa, y la sorpresa del día, un par de platos de percebes recién cocidos, calentitos y que nos supieron a gloria.
En los platos principales volvimos a encontrarnos el problemilla de no tener por ejemplo rape, así que el reparto final fue un entrecotte de ternera, secretos ibéricos, rollo de bonito y bacalao a la gallega. Los secretos eran excepcionales, tiernos y jugosos. El rollo de bonito con salsa de tomate era súper sabroso y el bacalao estaba tan en su punto que si lo hubieran servido en un restaurante como el Artabria o A Mundiña diríamos que lo ponen en un punto fantástico. Todas las raciones eran mucho más que abundantes y acompañados por ensalada, patatas...
A la hora de los postres echamos de menos algún postre casero, ya que al ver ese apartado en la carta nos encontramos con flan con nata como lo más de casa y el resto fruta en almíbar aparte de la variedad de tartas heladas conocidas por todos.
Otro apartado que nos sorprendió fue a la hora de pedir el vino. Cuando nos preguntó la camarera qué era lo que queríamos beber, vino blanco o tinto le respondimos que tinto y pedimos la carta de vinos. No tenían y ni siquiera nos dieron la opción de pedir una denominación u otra. Nos planteron en la mesa una botella magnum de rioja crianza y nos dijeron que bebiéramos lo que quisiéramos que luego ya echarían cuentas. Cuando pedimos la siguiente botella volvieron a aplicar la misma jugada ( por cierto ambas botellas venían abiertas de la barra, queremos creer... ). Al final y contando que podríamos haber tomado unas 3 botellas de vino nos cobraron 32€ por todo. Ahora bien, no tenemos muy claro qué fue exactamente lo que tomamos.
Unos cafés ya para terminar y otro detalle, dos botellas de licor café y de hierbas también a cuenta de la casa. La cuenta al final ascendió a 27€ por persona. Creo que merece la pena visitarlo, porque realmente todos los platos estaban excepcionales y al final los detalles de la falta de materia prima o del vino quedaron en segundo plano.
PUBLICADO POR ESTHER
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