martes, 18 de agosto de 2009

Restaurante Balueiro, A Guarda, Pontevedra

Se nos había quedado en el tintero el post de este restaurante que prácticamente nos encontramos en pleno paseo de A Guarda durante nuestra visita a la Feria del Rosal a mediados de Julio. La verdad es que decidimos dirigirnos hacia este lado del Paseo del Puerto en lugar de ir hacia el otro, donde proliferan los resturantes más típicos de la zona, por encontrar más tranquilidad y un lugar para picar en lugar de comer cada uno de plato.

Como la climatología nos lo permitía decidimos quedarnos en la terraza, y en seguida acudió el camarero ( dueño??? ) para traernos la carta. Le pedimos un vino de la zona y nos recomendó el casero que tenían, que en realidad era Señorío Da Torre y la verdad es que para el precio que tenía nos pareció genial.

Pues viendo la carta nos decidimos por un par de raciones de croquetas, otras dos de pulpo ( a la plancha y a la gallega ) y un par de tortillas, ya que antes ya nos habían puesto unas tapitas en un par de locales donde nos tomamos unas cañas. Después de tomar nota de todo, nos puso un pinchito y nos informó que se había quedado sin pulpo. Después de disculparse nos dijo que podíamos cambiarlo por un par de raciones de zamburiñas a la plancha y que por supuesto nos respetaba el precio de carta del pulpo. Todo un detalle...

Pues bien, llegaron las croquetas, de marisco y dos raciones que facilmente podían traen unas 30 y pico unidades ( éramos 8 en la mesa... ). Estaban cremosas y con buen sabor, con lo cual el comienzo nos pareció muy acertado. A continuación nos sirvieron las zamburiñas, dos hermosas raciones de más de una docena de unidades cada una, presentadas con su concha y muy sabrosas. Cuando las vimos casi nos alegramos de que se hubiera terminado el pulpo.

El camarero seguía viniendo de vez en cuando para traernos una botella de vino, pan etc, y en ese momento nos avisó que iban un poco retrasados con la tortilla y que si nos apetecía nos podía sevir antes un revuelto de verduras: le pedimos dos, ya estábamos totalmente entregados. Luego lo pensamos y nos dijimos en broma que igual ése iba a ser el truco de la comida y que nos preparámos para la cuenta final. Ya veréis que estábamos totalmente equivocados. Y por último nos sirvieron las tortillas, a dos gustos, una más pasada que la otra y ambas con chorizo, que le daba más gracia.

Llegado a este punto pedimos algunos cafés y el camarero en seguida nos ofreció unos chupitos de licor café y de cilantro, ambos hechos por él y con fuerte sabor a aguardiente porque a este hombre le gustaban los licores fuertes. Un detalle tanto la invitación como que nos dejara las botellas en la mesa. Y al final la sorpresa: como podéis ver la cuenta ascendió a 91€, con una botella de vino que ahora al repasarla creo que no cobró, es decir 11€ cada uno.

El local está situado enfrente de la atalaya donde se encuentra el Museo del Mar, llegando al Paseo del Puerto hacia la derecha. Es un edificio de cemento, cuadrado y cuyo interior está tiene un ambiente moderno y muy tranquilo, perfecto para que repitamos el próximo año


PUBLICADO POR ESTHER

1 comentario:

mi-utopia dijo...

Nosotros eramos cuatro, dimos con el restaurante por casualidad, en realidad porque nos perdimos, somos de Jerez (Cádiz) y pasamos unos dias en Galicia (del 4 al 11 de Noviembre de 2010). Pues bien, pedimos el menú, cuando ENRIQUE, que es el dueño, nos sirvió el almuerzo que consistía en arroz con bacalao, arroz con marisco, ensalada de marisco, croquetas, revuelto de verduras, todo muy bien presentado y de mucha calidad, además del postre y café, pedimos un chupito de licor de hierbas y otro de cilantro, este casero, estaba exqisito, pensamos que nos habíamos equivocado y habíamos pedido la carta, ya que no era normal que el menú fuese tan bien presentado y de esa calidad, cuando pedimos la cuenta nos llevamos la agradable sorpresa de que no llegaba a los 50€.
Por la noche volvimos para degustar una mariscada que nos preparó el sr. Enrique, tuvimos que hacer más de una hora de ida y otra de vuelta hasta el hotel donde nos alojamos, pero mereció la pena.
Un saludo para Enrique desde Jerez de la Frontera (Cádiz).