Ayer fue la segunda jornada de nuestro curso de cata y en esta ocasión estuvo dedicada a vinos tintos. Como la semana anterior comenzamos con unas nociones básicas de viticultura, con los diferentes tipos de uva, fermentaciones, barricas y todo el proceso de elaboración hasta encontrarnos el vino en botella para llevarnos a casa.
A continuación comenzamos con la cata propiamente dicha. Es importante seguir una rutina a la hora de hacer la cata de cualquier vino. Primero fijarnos en el aspecto, color, lágrima, olerlo en parado para que salgan los aromar primarios, mover el vino y volver a olerlo para que salgan los secundarios y por último probarlo. En el caso de los tintos con crianza me sorprendió lo que nos explicó Lorenzo, que había que buscar los aromas propios de la crianza ( desde especias, regalices, cuero, maderas, ahumados... )
El primer vino que nos abrieron era un Guimaro, un Mencía joven de la Ribeira Sacra que presentaba un color violáceo, y notas de frutos rojos en nariz. En boca era un vino agradable, quizá se le notaba en exceso la acidez y en primer momento el alcohol, aunque al probarlo un poco más tarde fue ganando puntos.
A continuación probamos un Rioja de maceración carbónica, el Luberri. Aquí apareció con fuerza un aroma muy intenso a chicle de fresa que según nos explicó Lorenzo es característico de los vinos con este tipo de maceración. Personalmente a mi no me agradó demasiado, ya he probado más vinos elaborados así y les encuentro un toque a gas que no me gusta.
El tercero es un clásico: Faustino I Gran Reserva del 94. Evidentemente apareció un vino con color completamente diferente a los anteriores, con tonos anaranjados, fuertes aromas donde ya no encontramos traza varietal y un sabor dulce pero intenso.
El siguiente vino fue Castell del Remei un vino de denominación Costers del Segre, como aquel otro que habíamos probado el Raimat. Este es un vino mucho más agradable por tener variedades que no son aquella Pinot Noir tan característica. Un vino que me sorprendió y realmente me gustó .
El quinto de la noche ( parece que hablo de toros ) fue un Tierra de Castilla llamado Los Aguileros, al que le costó que salieran aromas ya que tuvimos que moverlo incluso para sacar los primarios. En boca recuerdo que era muy astringente como rasgo predominante.
El penúltimo fue un vino italiano que nos dejó un poco chafados porque creo que fue de los que menos nos gustaron en general. Se llama San Lorenzo, y nuevamente nos costó sacar aromas pero al contrario que el anterior en éste no aparecieron más adelante. En boca tampoco le encontramos nada muy destacable. Ni fu ni fa...
Y por fin el último... otro vino extranjero, en esta ocasión un chileno y que para me fue la sorpresa de la noche. Su nombre es Tormenta y presenta color de crianza, aromas de humedad sobre todo y en boca un vino muy agradable.
Comprendereis que después de probar 7 vinos en la noche de un miércoles no tenga muy desarrollada la facultad de contarlo el jueves por la mañana. Espero que mis compañeros puedan ampliar algún detalle de estos vinos. Nuevamente gracias a Lorenzo y Xurxo, que nos cuida como nadie
PUBLICADO POR ESTHER
Tampoco me voy a extender mucho sobre los vinos puesto que Esther ya los ha documentado perfectamente, solo comentar que el Faustino I no tenía nada que ver con el que posteamos hace unos días y que este , siendo solamente un año mayor (94) estaba muchísimo más evolucionado hasta el punto de que podía llegar a ser algo desagradable su sabor (para gustos, porque hubo a quien le encantó).
Los demás … bastante medianillos (hablo siempre desde fuera de la perspectiva de lo que entraña una cata, diversificar y aprender a reconocer aromas y sabores). El mencía, flojito, vamos… lo de siempre. El de maceración carbónica , sólo buen aroma y peor cuanta más temperatura cogía . El Costers del Segre normal. El Tierra de Castilla algo interesante , un vino joven bastante agradable y poco más. El italiano plano totalmente y por fin el chileno, que fue el que más me llamó la atención y que entre todos sea el que un día tenga de curiosidad de repetir.
Tras las valoraciones personales que haría cualquiera (el “me gusta”/”no me gusta”), en el que en Catalia somos muy dados, el verdadero disfrute de una cata es obviar esto y sumergirse en descubrir todos los matices que tiene un vino independientemente del gusto personal. Descubrir que cada uva tiene un aroma muy característico y que en vinos (sobre todo monovarietales) se puede conocer que tipo de uva es solo oliéndolo. Fijarse en qué parte de la lengua incide más el vino o si por el contrario es un vino muy redondo. Si tiene el alcohol bien ensamblado en la fruta o si por el contrario la crianza en barrica es tan fuerte que el sabor a madera anula el carácter frutal del vino. Y saber que un enólogo equilibra todos esos factores a su antojo, que no se pone a hacer vino y ya está , si no que intenta hacer un vino con unos matices determinados que él controla.
Valga esta reflexión para deciros que en este curso aprendes algo más de que si este olor es frambuesa o mora. Como ya os contaba el otro día, seguro que veré los vinos desde otra perspectiva aunque, desde luego, el Campillo me seguirá gustando… se elabore como se elabore.
PUBLICADO POR DANI
A continuación comenzamos con la cata propiamente dicha. Es importante seguir una rutina a la hora de hacer la cata de cualquier vino. Primero fijarnos en el aspecto, color, lágrima, olerlo en parado para que salgan los aromar primarios, mover el vino y volver a olerlo para que salgan los secundarios y por último probarlo. En el caso de los tintos con crianza me sorprendió lo que nos explicó Lorenzo, que había que buscar los aromas propios de la crianza ( desde especias, regalices, cuero, maderas, ahumados... )
El primer vino que nos abrieron era un Guimaro, un Mencía joven de la Ribeira Sacra que presentaba un color violáceo, y notas de frutos rojos en nariz. En boca era un vino agradable, quizá se le notaba en exceso la acidez y en primer momento el alcohol, aunque al probarlo un poco más tarde fue ganando puntos.
A continuación probamos un Rioja de maceración carbónica, el Luberri. Aquí apareció con fuerza un aroma muy intenso a chicle de fresa que según nos explicó Lorenzo es característico de los vinos con este tipo de maceración. Personalmente a mi no me agradó demasiado, ya he probado más vinos elaborados así y les encuentro un toque a gas que no me gusta.
El tercero es un clásico: Faustino I Gran Reserva del 94. Evidentemente apareció un vino con color completamente diferente a los anteriores, con tonos anaranjados, fuertes aromas donde ya no encontramos traza varietal y un sabor dulce pero intenso.
El siguiente vino fue Castell del Remei un vino de denominación Costers del Segre, como aquel otro que habíamos probado el Raimat. Este es un vino mucho más agradable por tener variedades que no son aquella Pinot Noir tan característica. Un vino que me sorprendió y realmente me gustó .
El quinto de la noche ( parece que hablo de toros ) fue un Tierra de Castilla llamado Los Aguileros, al que le costó que salieran aromas ya que tuvimos que moverlo incluso para sacar los primarios. En boca recuerdo que era muy astringente como rasgo predominante.
El penúltimo fue un vino italiano que nos dejó un poco chafados porque creo que fue de los que menos nos gustaron en general. Se llama San Lorenzo, y nuevamente nos costó sacar aromas pero al contrario que el anterior en éste no aparecieron más adelante. En boca tampoco le encontramos nada muy destacable. Ni fu ni fa...
Y por fin el último... otro vino extranjero, en esta ocasión un chileno y que para me fue la sorpresa de la noche. Su nombre es Tormenta y presenta color de crianza, aromas de humedad sobre todo y en boca un vino muy agradable.
Comprendereis que después de probar 7 vinos en la noche de un miércoles no tenga muy desarrollada la facultad de contarlo el jueves por la mañana. Espero que mis compañeros puedan ampliar algún detalle de estos vinos. Nuevamente gracias a Lorenzo y Xurxo, que nos cuida como nadie
PUBLICADO POR ESTHER
Tampoco me voy a extender mucho sobre los vinos puesto que Esther ya los ha documentado perfectamente, solo comentar que el Faustino I no tenía nada que ver con el que posteamos hace unos días y que este , siendo solamente un año mayor (94) estaba muchísimo más evolucionado hasta el punto de que podía llegar a ser algo desagradable su sabor (para gustos, porque hubo a quien le encantó).
Los demás … bastante medianillos (hablo siempre desde fuera de la perspectiva de lo que entraña una cata, diversificar y aprender a reconocer aromas y sabores). El mencía, flojito, vamos… lo de siempre. El de maceración carbónica , sólo buen aroma y peor cuanta más temperatura cogía . El Costers del Segre normal. El Tierra de Castilla algo interesante , un vino joven bastante agradable y poco más. El italiano plano totalmente y por fin el chileno, que fue el que más me llamó la atención y que entre todos sea el que un día tenga de curiosidad de repetir.
Tras las valoraciones personales que haría cualquiera (el “me gusta”/”no me gusta”), en el que en Catalia somos muy dados, el verdadero disfrute de una cata es obviar esto y sumergirse en descubrir todos los matices que tiene un vino independientemente del gusto personal. Descubrir que cada uva tiene un aroma muy característico y que en vinos (sobre todo monovarietales) se puede conocer que tipo de uva es solo oliéndolo. Fijarse en qué parte de la lengua incide más el vino o si por el contrario es un vino muy redondo. Si tiene el alcohol bien ensamblado en la fruta o si por el contrario la crianza en barrica es tan fuerte que el sabor a madera anula el carácter frutal del vino. Y saber que un enólogo equilibra todos esos factores a su antojo, que no se pone a hacer vino y ya está , si no que intenta hacer un vino con unos matices determinados que él controla.
Valga esta reflexión para deciros que en este curso aprendes algo más de que si este olor es frambuesa o mora. Como ya os contaba el otro día, seguro que veré los vinos desde otra perspectiva aunque, desde luego, el Campillo me seguirá gustando… se elabore como se elabore.
PUBLICADO POR DANI
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